Thursday, May 11, 2006

Bycigirl

Para mi cumpleaños unos amigos me regalaron una campanilla de bicicleta. Era algo que yo quería desde hacía tiempo, así que me hizo muy feliz! Mi padre querido me la instaló al día siguiente sobre el manubrio de mi noble y esforzado vehículo, el que desde entonces, cada vez que salta un poco, tintinea, por lo que los recuerdo permanentemente.

Y es que, han visto algo más desagradable que tener que detenerse ante una mamá con coche, un señor que camina por la mitad de la calle o una señora viejita? Lo sé, lo sé. Debiera andar por la calle y no por la vereda. Pero es que a veces simplemente no se puede. Me volarían la cabeza. Ahora al menos les rinrineo y se corren.

El upgrade sonoro motivo un arreglo general, así es que cuento con asiento nuevo de gel (el otro estaba roto y era poco digno), mangos nuevos y -a propósito de lo anterior- un CASCO!

Estuve media hora ante el espejo de la bicicletería observando si realmente quería parecerme a E.T. con uno de aquellos aerodinámicos modelos, pero que diablos! la seguridad es importante y en ocasiones me he visto en peligro. Rápidamente me autoconvencí de que me veía urbana, civilizada, y moderna, y lo adquirí. Además, esgrimí para mí misma una razón pedagógica: hay que ser ejemplar en el establecimiento educacional.

Y créanme, hasta piropos me han tirado con el famoso casquete! Un cosita aspirado en lo más criollo del cumplido nacional, me sorprendió verdaderamente ayer en una vereda. Y una con cara de pedaleo!! Pero de todo hay en la viña del señor.

Así que compren sus cascos, o corren el riesgo de salir de la viña antes de tiempo.

4 comments:

aleurzua said...

aunque la estética siempre ha sido mi leitmotiv, debo reconocer que la prevención de riesgos la supera.
así que viva la madurez, mik. ya era hora.
y si además con casco sacas piropos, no tienes mucho de qué quejarte!!!

Fernando said...

Primilla:

Una de las antinomias mas antiguas que se pueden decir acerca del hombre es la entre el infante vs. el jinete. Por un lado, en nuestros tiempos actuales vemos al rústico peatón, aquél ser que se loco-mociona con sus propias extremidades, y en el otro bando encontramos a jinetes de las mas diversas clases: micreros (y pasajeros), taxistas, motociclistas, automovilistas y, por que no, ciclistas. Así corren los siglos en nuestras ciudades, cada día reeditando uno de los conflictos mas añejos de nuestra especie, el jinete-contra-peatón.

La última batalla que me tocó dar en calidad de peatón fue no ha mucho, precisamente contra un ciclista (una, para ser mas exactos): el campo en disputa, el reducto comprendido entre la calle Polonia por el oeste, la calle Pdte Errázuriz por el sur y la parroquia Santa Elena en el nor-este. Iba yo caminando tranquilamente, por polonia hacia el sur pensando en qué se yo cuando, al llegar al reducto descrito, escucho el tocar de clarines del adversario (en este caso el adminículo ubicado en el volante del biciclo del enemigo), quien se desplazaba raudamente por la vereda de Presidente Errázuriz hacia el norte. La tropa reacciona instintivamente haciéndose a un lado para evitar la contienda dada la inferioridad del enemigo, a razón de su mayor edad, inferior sexo y precario equilibrio.

No pude dejar de fantasear en la rodada de la que podría haber sido testigo, impedida por la nobleza de sentimientos de quien habla... sin embargo, querida prima, no puedo dejar de recomendarte, en tus periplos locomotivos, de cuidarte antes que nada del peatón distraido, oponente que puede mostrase mas fiero que una mamá con coche, un señor que camina por la mitad de la calle o una señora viejita.

Perdona la lata, sé que tanto estudio me ha hecho perder la gracia al escribir, pero no podía dejar de rubricar tu bitácora con un comentario acerca de tu flamante adquisición (de la que soy testigo sensible: la conozco no solo por el relato y descripción que haces de ella, sino que he percibido directamente su sonar).

Un saludo de tu primo que te estima

mik said...

no sabía que usabas blogs! los revisé para ver si te posteaba en alguno, pero créeme que no entendí mucho.
Pero bien, se notan las muchas lecturas en tu buena prosa.

saludos,

tnarrativo said...

La verdad, caballero, su pluma es un agrado. Ha de ser que a estas dos mozas las tiene algo exhausta dar cuenta de ella todo el tiempo y han ido perdiendo la gracia.
Ya veremos si la recuperamos.
(Quizás eso debió ser escrito en singular, pero la obsesión con el plural mayestático nos ha hecho olvidar las personas simples).