Sin embargo, he decidido tomar esta situación con optimismo, porque ¿cuándo más dispone uno de tantas horas libres? La lectura, la escritura y la buena conversación han amenizado estos días.
Sucesos últimos:
- Leo el Libro del té, de Kakuzo Okakura. ¡He aprendido tanto! Más que un manual de preparación de la infusión, es un tratado de estética oriental que tiene la bebida como pretexto. Y de una finura... nipona. Bello y totalmente recomendable para aprender sobre China y Japón.
"Li-Chih-lai, un poeta de la dinastía Sung, afirmó tristemente que en el mundo hay tres cosas que son las más altamente lamentables: la perdición de la mejor juventud por medio de una incorrecta educación, la degradación de la buena pintura por medio de una apreciación vulgar y el completo desperdicio del buen té por un manejo inapropiado" (Okakura, 14).
Concuerdo con lo primero y en lo demás... en principio sí, pero con matices.
- Por lo demás, conversé -los breves instantes que duró la operación en mi pieza-con el señor que limpia los vidrios: Don Luis. Don Luis toca el timbre una vez al mes a las 7 AM y pulcramente limpia vidrios hasta las 11 de la mañana. Por lo demás, tiene un taller en que asea autos de punta a rabo: lava los asientos, limpia los cinturones, encera los tableros, usw. Pero lo mejor de Don Luis es que ama su trabajo. Eso me dijo ayer. Que él y su socio se demoran 7 horas en dejar un auto impecable. Y que los autos quedan tan lindos que la gente -que muchas veces encarga el trabajo para entregar los autos en venta- se arrepiente de su decisión cuando los pasa a buscar.
- Tuve otra pulcra visita: la doctora Carvajal. Pero merece capítulo aparte.
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