Monday, July 24, 2006

La casa de WIEN

Entrar a la casa de WIEN en El Quisco es como descubrir un tesoro tras una fachada invisible. En este momento estoy en la sala principal, una nave larga, con techo celeste de cuadernas labradas blancas al revés, como un barco. Las paredes son de granito bruto, los muebles y otros adornos son de madera, cual si estuviésemos en un refugio de montaña más que frente a la playa. Todas las fundas de los muebles son azules y las cortinas –son bastante notorias si se considera que hay cinco grandes ventanales- tienen unas flores que son la justa mezcla entre la sicodelia de los 70 y la formalidad necesaria para ser parte de la casa de mi amiga.

Hay una chimenea prendida, lo que siempre es agradable. Sobre las mesas de arrimo hay un par de lámparas que tienen botellones de vidrio azul por base. Hay además otros botellones náuticos por ahí, que no son lámparas. Escuchamos a Fabiana Cantilo. Sobre la chimenea cuelga un conjunto de siete peces de cerámica, que nadan por la pared de granito. Sobre la cornisa, otro pez azul reposa entre varias velas de distintos colores de mar.

Es un lugar muy bello. Estamos a gusto en la casa de WIEN.

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